17 de marzo de 2009

Samarkanda


Desde el lapislázuli aliento
del tiempo instanciado
y del eco
de las carcajadas frías,
oye el infante el galope sanguíneo.
Tierra inextensa de soles
y de caireles que se tienden
como espejos,
espejos que transmutan los ojos
en vapor
y en sueños de libélula.
Un arcaico pensamiento atraviesa
como daga
la carne blanda del momento:
de ese momento ígneo
y húmedo a la vez,
estandarte de rostros pasados
y de futuros vientres prominentes.
Sacrilegio en tu piel,
territorio de belicosas sacudidas
y de amables cosechas de Marzo.
Mecen las manos del aire
aquellas macizas espigas,
erectas,
bailarinas en estoica pose.
El huevo dorado se rompe,
y emerge
nuevo y eterno
el universo y sus astillas flotantes:
brillo en un grano de arena.
Crisol de sensaciones y motivos,
encrucijada de instantes:
tú la Samarkanda de mis horas.

No hay comentarios: