25 de mayo de 2008

Pues para despertar...

Pues para despertar hace falta más que abrir los ojos y para abrirlos no es suficiente desearlo, entonces tenemos de nuestro lado pocas cosas, y de lo que tenemos nada nos es grave.


Pero, a diferencia de lo que pasa cuando nadie nos ve, lo que vemos nunca está solo. Ni la conciencia nos hace estar más allá, por mucho que se lo quiera.


Pues cada uno describe sus movimientos, ¡oh, qué alegría! ¡Oh, todos padezcan conmigo! Y así se sostiene lo que les da contenido a esas formas monstruosas.


Pero yo conozco todo lo que pasa conmigo y nadie conoce lo que, dentro de mí, pasa con ellos. En eso tienen una gran desventaja, que hay que aprovechar hábilmente o sufrir las consecuencias.


Pues siempre parece -y es verdad- que en este momento no cabe otro ninguno.


Pero hay que esforzarse, porque la muerte de los momentos es la muerte del tiempo y tiempo es lo que somos.

1 comentario:

Ian Karuna dijo...

Las cortinas son pesadas. Un día me levanté... y mis párpados fueron de terciopelo.