23 de mayo de 2008

mirar


Desdeñé la fortaleza. Pensaba, veía la imagen, llegaba, estacionaba fuera de la puerta hasta verte salir y partir, sola o entrando a un auto desconocido. La partida era el inicio, verte irte; pero no, tenía que hacerme ver, quizás hablarte o incluso correr, hincarme por la fuerza intentando olerte; imponerte mi mano violenta hasta que gritases o simplemente hablases, luego pararme y regresar al coche. Seguramente contar el tiempo e imaginarlo todo con la precisión de lo imposible, adivinar cada risa y cada mirada tuyas y los movimientos de las manos y tu cuello; la perfección del dolor. Esperar al día siguiente, la madrugada, verte llegar pero quedarme dentro; echar las luces solamente y verte subir, sola o acompañada, esperar a que todo transcurriese arriba, tocar el timbre entonces, regresar al coche.
Eduardo C.

1 comentario:

Ian Karuna dijo...
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