7 de junio de 2008

Apenas

Apenas saliendo de su casa, antes de cerrar la puerta, después de despedirse de su amante, cuando, de todas las miradas del mundo, ninguna se dirigía a él. En ese momento -como en todos los momentos- el cielo cambió de color, giró la Tierra, una estrella se apagó, un sentimiento de dolor orgiástico se apoderó de una hermosa y recatada dama, un hombre bueno murió y una vaca rumiaba su alimento. En ese instante, saliendo apenas de su casa, intentó recordar el rostro de su madre y no pudo, caminó dos pasos y se imaginó su rostro: acababa de verlo en el espejo, pero al que se imaginaba le hacía falta la cortada que se hizo con el rastrillo; trató de hacerlo con más precisión, colorearlo, iluminarlo; pero entre más intentaba, más confuso se volvía. "Un momento llegará -pensaba- cuando mi rostro nadie lo recuerde, cuando todas las fotografías mías yazcan en la basura o en un archivo que nadie consulte". Dio dos pasos más y pensó que su cabello estaba demasiado delgado; recordó que cuando niño solía arrancarse dos diarios, para ver si crecían más rápido que eso. "He vivido más tiempo del que todavía viviré". Tras otros dos pasos rememoró su vida, no había llegado a ninguna parte, para ser más preciso nunca había estado en ninguna parte. Su vida entera había pasado siempre por delante de sus ojos como si se tratara de una película, donde él solo contemplaba y se dejaba sentir lo que debía sentir, según la situación.


Con su mirada fija pero vacía, continúo su camino y recordó la última vez que estuvo en la playa. La brisa salada le molestaba porque le pareció que la tierra había absorbido todas las lágrimas del mundo y se había mantenido alerlta durante millones de años sólo para poder escupirlas en su cara, para hacerlo sentir vergüenza de no haber llorado desde, hacía ya, mucho tiempo. Sí, ese día, cuando sintió ganas de enterrar sólo su cabeza en la arena, y miraba los camastros, que eran la prueba de que el descanso era posible, y las toallas de colores pastel con figuras alegres le parecieron una provocación: "la gente es feliz porque es estúpida", "la gente descansa porque no se entiende a sí misma, no saben toda la maldad que ellos son", "la gente condimenta su comida porque, en el fondo, no quiere comer". Aquella vez se acercó con furia a patear cada ola que llegaba antes de que rompiera, empujaba la playa, golpeaba al mar; fatigado, se arrodilló presionando sus ojos con la palma de sus manos. Volteó al cielo y vio unos pelícanos que, inocentes, hundían sus picos en el agua para encontra su alimento. Entonces lo comprendió todo, y se tranquilizó.


Pero ahora, en su camino, no había pelícanos; ya no recordaba lo que antes le habían hecho entender. Su intuición fundamental sucumbió ante el correr del tiempo, irremisiblemente desamparado por el poder de la palabra: convertir el pensamiento en objeto, pero no todo el pensamiento. Las cicatrices de sus manos le decían cosas, pero fueron silenciadas por un hombre robusto que tropezó con él. Miró la calle y se preguntó si el alma de los autos era también inmortal, como la suya. Espejos, todos los espejos son invisibles como su rostro cuando trató de imaginarlo, sintió calor en sus pies, pero sintió también que los pies de el del espejo se quemaban, sintió que la cabeza de su reflejo le dolía, que sus manos resplandecían.


Caminó más, se desvió de su ruta, atravesó un parque. Miró con fijación los pies descalsos de una niña que no parecía comprender del mundo más de lo que lo hace un perro simpático: decidió sentarse. En la tierra había muchas hormigas, todas rojas, trabajando. Sintió su estómago vacío y se acordó de su muerte... Levantó la mirada y vio, sentada en la banca de enfrente, a la más preciosa mujer, que esperaba impaciente la llegada de alguien, mientras sostenía un cartel que protestaba contra el genocidio y una lágrima rodaba por su mejilla hasta terminar estrellada contra el invencible poder de la tierra. Entonces lo comprendió todo, y se tranquilizó.

1 comentario:

Ian Karuna dijo...

Gran sentido de la simultaneidad. Y... pues sí: a veces Dios es la mosca. A veces no.