13 de junio de 2008

Tarde de verano y sueño


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De camino al extranjero

te encuentro.

Hermosa, lúcida, tendida.

Con una vanidad callada.

Con una irónica ternura.


Apacible encuentro. Ímpetu natural.

El viento agita tus rizos.

El negro envuelve tus formas.

Lluvia de hojas sobre nuestros hombros.

El césped de testigo.


Lanzas tus ojos lejos

y luego los recoges en tí misma.

Obscuras y penetrantes flechas

llenas de timidez y de sensualidad oculta.

La madura niñez de tu sonrisa.


Sofocando al dolor con un sueño.

Serena, linda, transparente.

Capullo de mujer, idilio.

Seda suave y porcelana, coquetería.

La flor que evade al sol.


Dulcísimo trago. Deleite.

Calor que no quema. Conforta.

Platicar de nada. El pasar de las nubes.

¿Qué importa? Hay música y silencio.

Aquel día, el único guardían de tu fragilidad.
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Sin ninguna duda Sören se había sentido incapaz de asociar sinceramente una joven, toda candor y sencillez, a su melancolía y a su destino espiritual, caracterizado por la excepción y la fatalidad. No podía hacer feliz a Regina sin iniciarla en un secreto que ella no podía comprender. No quedaba sino romper con ella. "Resulta muy duro, en verdad, causar la desdicha de otro y lo cruel aquí es que hacerla infeliz es mi única esperanza de que llegue a ser dichosa".
Eusebi Colomer, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger, Tomo III (Sobre la vida de Sören Kierkegaard)

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