4 de junio de 2008

esquina

No sé por qué, simplemente pasa así. Si voy al cine tengo que sentarme siempre en la esquina porque si no es incómodo estar ahí, con la película y lo oscuro y todo. No es cosa de seguridad ni nada de eso, incluso quizá sea lo contrario, eres tú; me siento en la esquina, pegado a las paredes porque de otra forma sería posible escapar; me siento hasta la esquina para no poder escapar. Eres tú. En la esquina no puedo escapar de ti ahí, en la esquina estoy obligado a quedarme. Por ejemplo: esa chica de allá está linda, pero no sé.
La última vez llovió; cuando salimos ya no, pero había llovido durante la película; de no haber estado en la esquina y haber escapado al salir me hubiera encontrado con la lluvia y entonces hubiera tenido que irme en el agua; la esquina no es por seguridad porque en todo caso la lluvia es más segura que yo ahí contigo dentro. La esquina es más bien como para provocar algo, no sé, que algo se desate por ejemplo, que algo monstruoso pase, después de lo cual ya no podamos ir al cine nunca ni a ningún lado. La última vez, sea lo que sea, tiene que salir de la esquina, pero nunca pasa, nunca lo haces, hablas más bien del lunes, de los días y eso. Esto es lo peor porque significa que habrá más noches de esquina inerte. Lo bueno, por otro lado, es que hay esquinas por todos lados, todo el tiempo.
Estoy buscando la de los días, seguro tienen, pero es difícil porque nos vemos sólo de vez en cuando; si nos viéramos exclusivamente los viernes seguro ya sabría dónde está la esquina de los viernes, pero no. Las de tu cuerpo. Ésas ya vi más o menos dónde están; no todas, sólo unas. Una, la más callada por ejemplo, se deja ver cuando fumando te pregunto por lo que estás pensando; así, pregunto y se hace un claro que traspasa el humo y ahí me quedo; funciona porque inmediatamente te mueves, deshaces la esquina, vas y pones música o algo. Pero como usualmente es mi música voy y te encuentro rápido, te aquieto con la boca. Esta es la que está debajo de tu muslo izquierdo.
Hay otra más difícil, aparentemente más solitaria. El humo, la música, cosas externas no la sacan, no la abren. Es la esquina mojada de tu sueño, el rincón oscuro entre tus senos. Es la más sola que conozco, pero casi siempre hay alguien, no se distingue pero ahí está y quiere tocar siempre; es solitaria porque si uno va alguien se va siempre y te deja solo; de todas formas no me puedo quedar ahí porque siempre me quedo con la sensación de que va a regresar, y no va a regresar solo, aunque esto depende de lo que andes soñando.
Nunca ha pasado algo así como quedarse contigo en una esquina tuya; lo mismo del cine, quedarse contigo por última vez es lo que no pasa. La peor es la esquina de tu risa, es la que más duele, la esquina de treintaytantos de tu risa. Entre tus piernas está la que más aleja del mundo. Me queda claro que uno nunca sale de él--de verdad es un él--, pero lo más lejos que puede estarse de él es ahí, contigo igual de lejos.

1 comentario:

Ian Karuna dijo...

La mejor esquina de Klimt. El compás musicalizado de la cotidianeidad.